Cada vez es más habitual oír hablar del Coolhunting: programas de TV, libros, revistas… han identificado esta actividad como una nueva disciplina que llama la atención de muchos y que es clave para el desarrollo de las marcas.
El Coolhunting se sitúa a medio camino de varias actividades: la investigación de mercados, el marketing, la innovación, las estrategias comerciales, la sociología, los hábitos de consumo, la comunicación… Mirándolo desde diferentes ángulos, el Coolhunting tiene varios puntos de encuentro y converge con todos ellos.
El término nace en los años noventa en Estados Unidos y fue la revista New Yorker la que creó la palabra de “coolhunter” o “cazatendencias” para describir el trabajo de la primera agencia de tendencias del mundo, llamada “Look-look”.
Más allá de la moda
Aunque la mayoría de las veces se identifica el Coolhunting como una disciplina asociada a la moda, y por tanto, sólo válida para las empresas de ropa, calzado, complementos y similar… esta creencia no es en absoluto cierta. El verdadero Coolhunter busca y detecta tendencias sociales en general, para que posteriormente las marcas, de todo tipo, sepan diseñar sus productos, apostar por la innovación, comunicar de la mejor manera a sus públicos y llegar al consumidor de manera efectiva. El objetivo final, por tanto, va más allá: la marca en cuestión quiere estar siempre por delante de las demás.
La misión principal del Coolhunting es la de detectar hacia donde tienden los gustos y preferencias de los consumidores para poder así, desarrollar mejores estrategias de marca, comunicación o distribución de productos. Su propio nombre así lo indica: se trata de cazar tendencias o de, al menos, saber detectarlas antes de que se hagan masivas. La clave es anticipar los gustos de los consumidores a partir del análisis de una serie de indicios ligados a realidades culturales, políticas, económicas, sociológicas o científicas. Cualquier cosa puede provocar el cambio en las preferencias y la cuestión es llegar a detectar qué fenómenos podrán ser considerados como “masivos” a corto o medio plazo.
Con los 5 sentidos
El requisito imprescindible para ser Coolhunter no es otro que ser muy receptivo a cualquier tipo de estímulo en el contexto internacional y saber descifrarlo y trasladarlo a un plano de utilidad para el cliente con el cual trabaje. Por supuesto que son recomendables también los conocimientos en marketing, branding, comunicación o movimientos sociales, culturales y artísticos a lo largo de la historia. Estar familiarizado con tendencias cinematográficas, de ocio, restauración y eventos, son otros de los campos en los que el coolhunter tiene que saber desenvolverse a la perfección.
Aunque en España, como hemos dicho, es cada vez más común recurrir al Coolhunting, nuestro país todavía se encuentra en fase embrionaria. Como apunte final, diremos que, como su propio nombre indica, el Coolhunting será seguramente, una tendencia en alza para la mayoría de las marcas. Los grandes, como Coca-Cola, Nokia, Inditex, Ikea, Starbucks, etc. recurren periódicamente a esta actividad para adelantarse al resto, presentar alternativas interesantes y aplicar las tendencias en sus anuncios, tiendas, restaurantes, productos… Todo indica que los próximos serán ya los partidos políticos, los medios de comunicación y las instituciones no gubernamentales. Probablemente, muchos de ellos acabarán utilizando el Coolhunting.